Revisonismo Histórico.
La “Cultura Aymara” es un paradigma bandera de las corrientes de izquierda, y del actual gobierno. Juzguen ustedes mismos.
Fué de esta manera (La revolución del 52) que a gente que nunca había sido libre de decidir sobre asuntos sociales o económicos, se le otorgó la ciudadanía, una condición de vida absolutamente desconocida para ellos; porque durante toda su existencia fueron pueblos sometidos, ya sea por los resabios de una Cultura Ancestral mal llamada Aymara, (Esto porque de tal cultura lo único que permaneció fue su lenguaje, el Aymará) y posteriormente derrocados por el Imperio de los Incas, un sistema político-militar dirigido hacia el exterminio del hambre y el dolor, cuyo centro de poder giraba alrededor del Inca, su Casta de gobernantes y autoridades de una raza que se proclamaba superior por su sangre, que practicó el exilio de etnias e

Decimos mal llamada Aymara, porque no solo de aymaraes estaba poblada esta región, sinó por 42 etnias trasplantadas por el Inca, hasta la llegada de los españoles, que a saber fueron:
Anacuscos, Hurincuscus, Ingas, Chinchisuyus, Quitos, Pastos, Chachapoyas, Cañares, Cayambis, Latas, Cajamarcas, Guamachucos, Guaylas, Yauyos, Ancaras, Quichuas, Mayos, Guancas, Andesuyos, Condesuyos, Chancas, Aymaras ,Ianaguaras, Chumbivilcas, Pabrechilques, Chillaguas, Hubinas, Canches, Canas, Quivarguaros, Lupacas, Capancos, Pucopucos, Pacajes, Yungas, Carangas, Quillacas, Chichas, Soras, Copayacos, Colliyungas, Guanacos, Urus y Huruquillas.
Todos en conjunto, pasaron luego a llamarse Aymaras, por el LENGUAGE ANCESTRAL HEREDADO DE UNA CIVILIZACIÓN ANTERIOR E INFINITAMENTE SUPERIOR CUYO RASTRO SE PIERDE EN EL ORIGEN MISMO DE LA RAZA HUMANA.
La tierra y todas sus riquezas, fueron durante toda la duración del Imperio propiedad del Inca y de su Casta. Era el Inca, quien disponía de los bienes de todo en las cuatro regiones en las que se dividía su Imperio. El habitante de los Andes, sea Quechua, Aymara, Kolla, Yunguyo, o de cualquier otra estirpe, jamás fue propietario de tierra alguna, ni dueño de su vida. Siempre su destino estuvo sometido a una Casta Superior, sea Sacerdotal o Imperial.
EL IMPERIO DE LOS INCAS, PROCEDIÓ AL DESTIERRO DE LOS “AYMARAS”, en una especie de diáspora, POR CONSIDERARLOS AGITADORES, PROBLEMÁTICOS Y DISCONFORMES, COSA QUE CONTINÚA HASTA LA ACTUALIDAD. (Lo mismo hicieron los romanos con los judíos de la provincia de Judea, y los Reyes de España con los judíos de Granada.)
Por tal; el argumento de los 500 años de “opresión” habría que ampliarlo, por lo menos; otros 8000 años, hasta el origen mismo de los Andes, el Lago y Tiahuanaco.

La entrada en la edad media es marcada por la aparición de la Iglesia Católica Romana obra del Emperador Justiniano. Pero el dios del comercio consigue imponerse en el Concilio de Nicea, y caen los símbolos paganos, que se aglutinan en una única deidad híbrida conocida bajo el nombre de Jesús-Cristo, donde tratan de amalgamar la línea apolínea, guerrera, liberadora, con la mesiánica, mercantilista, negociadora, intermediaria, “salvadora”.
La baja edad media se caracteriza por la pugna y el intento de poner bajo la autoridad del papado a los cientos de feudos que surgen con el colapso del Imperio Romano y que al ser paganos en su mayor parte, luchan por salirse de la orbita de la Roma clerical, ya no imperial.
Se va creando una nueva Cartago de Europa, y los pueblos paganos ceden ante el comercio y los bienes suntuarios, que cada vez en mayor y mejor calidad, ADORMECEN LA VOLUNTAD DE LUCHA DE LOS PUEBLOS POR EL SUEÑO DE UNA VIDA DE PAZ Y CONFORT.
Las aristocracias, característica de los pueblos Apolíneos, son combatidas por

Con la muerte de Childerico IV, el último heredero del linaje Merovingio, cae la aristocracia verdadera y en su lugar son encumbrados por el sacerdocio los linajes de Mayordomos, es decir los que a la postre serian cipayos del poder clerical, LA ESPADA TEMPORAL: Los Pipinianos.
Carlo Magno, el más famoso de los Pipinos, vence a los Sajones, uno de los últimos pueblos Apolíneos y Virginales después de una sangrienta guerra. Ordena en Aquisgran el asesinato de la nobleza sajona: Cinco mil gentiles prefieren la muerte a convertirse al judeo-cristianismo y son decapitados, en uno los peores crímenes contra la verdadera aristocracia que registra la historia.
Pero esta “aristocracia” de mayordomos, espuria, con el tiempo legaliza su derecho a reinar a través de casamientos sistemáticos con remanentes aristocráticos de verdadera realeza. Surge nuevamente la resistencia, y es Federico II de Hohenstauffen el encargado de promover la guerra contra el poder temporal del sacerdocio.

Se ha vertido un montón de costras culturales, significaciones conceptuales, en torno a la palabra “aristocracia”. Para los comunistas los aristócratas son un grupo de aprovechadores, que ostentando falsamente una pretendida superioridad de sangre, utilizan el misticismo y la ingenuidad de las masas para encumbrarse en el poder “for ever and ever.” Extraño paralelismo con las técnicas que nuestros “críticos”, los ideólogos del materialismo dialéctico, aconsejan utilizar a sus acólitos.



Pero nosotros no somos imbéciles para creernos semejante patraña, analicemos el concepto científicamente llevados de la mano de la semiología: la palabra aristocracia tien



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